Rebobinemos esta película a principios de 2018.

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Rebobinemos esta película a principios de 2018.

Por | 2021-11-30T09:15:41-05:00 noviembre 29th, 2021|Caminatas, Crónicas, Entrenamiento|Comentarios desactivados en Rebobinemos esta película a principios de 2018.

Tenía 39 años, una vida familiar feliz, pero una vida sedentaria, sedentaria en lo personal. Mis semanas transcurrían en restaurantes, fines de semana de fiesta, y largas horas sentado trabajando y almorzando en mi puesto de trabajo. ¿El resultado? Un señor de 39 años con 84 kilos y tendencia de peso en ascenso. Y no me daba cuenta.

Por aquellas cosas de la vida, mi hermana menor se casaba ese año y toda la familia se comprometió a bajar de peso. Tenía 3 meses para llegar a una meta de 75 kilos. Era el peso que necesitaba para verme razonablemente bien, así que, tras charlar con un amigo, me dijo que caminara todos los días una hora y dejara de tomar. Y así lo hice.

Arranqué subiendo Patios, un cerro que hay saliendo de Bogotá, de 6 kilómetros con una inclinación promedio de 6%. Al segundo día de mi aventura, un señor de unos 60, diría, me pasó corriendo. Esa imagen hirió mi orgullo. Me dolió muchísimo. Yo había sido muy deportista de joven. Y muy bueno. ¿Qué fue lo que me pasó?

Justo un día después de esa humillación, me puse unos tenis, con los que jugaba de higos a brevas tenis, y subí trotando Patios. Aún recuerdo el tiempo, 58 minutos. Y así continué, día tras día, con zapatos de tenis y de squash. Y los tiempos iban bajando. 57, 56, 55, 54, 53, 50. No tenía ninguna planificación ni nada. Pero por lo menos bajé de peso.

No sé por qué razón, un primo que es un atleta fenomenal vio mis tiempos e intuyó que, si me ponía juicioso y accedía a un entrenador, me podría ir muy bien. Habló con su entrenador, Santiago Rodríguez, y éste le dijo, si  Diego entrena conmigo lo clasifico a Boston. A mi me encantó lo que escuché, pero creí que era una patraña. Aún así, decidí comenzar un proceso con Santiago. La fecha clara, finales de junio. Nos reunimos, hablamos de mis condiciones, de mis expectativas y arrancamos. Entrenamientos diarios, con un día de descanso, sesiones meticulosas en entrenamiento y deportes cruzados. En poco menos de tres meses, mi peso había disminuido a 72 kilos y estaba subiendo Patios en 37 minutos.

En enero de 2019 competí en mi primera media maratón. Recuerdo aún el resultado. Hora y 28 minutos, puesto 98 en Miami. Estaba feliz, estaba exultante. Por primera vez creí que tenía una buena condición para correr y en ese momento mi cuerpo y mente entraron en una zona de la que no he salido desde entonces. En ese año hice carreras de montaña y me iba bien, pero la meta ya era una maratón y nos fuimos con Sevilla para clasificar a Boston.

Santiago incorporó un cambio en mi alimentación y estilo de vida. Si bien no me fui ciento por ciento con su método de alimentación, no porque no sea bueno, sino porque me parecía que debía ser un cambio paulatino, sí cambié en mi dormida, descanso y persistentes entrenos. Esto me lo permitió el reto de los 21 días que tiene Santiago entre sus varias ofertas.

Así pues, viajé a Sevilla y tuve una carrera de sub 3. Catorce minutos menos de lo que necesitaba para clasificar a Boston. ¡Clasifiqué a Boston! Santiago lo había dicho.

A medida que llegaban los resultados, que me llenaban de una satisfacción que no les puedo describir, lo que más me sorprendía es el cambio en mi estilo de vida, en mi mentalidad, en mis rutinas, en el poder mental que me comenzó a otorgar la disciplina que se construye al correr. También en el reto que se volvió en mi vida familiar. Claramente trastoque el equilibrio con mi esposa. No fue fácil. Atravesamos momentos muy difíciles. Mi cambio fue muy radical y ella lo acusó. Quizás debí haber manejado con más inteligencia este giro tan brusco en mi vida. Quién sabe. Pero nos costó y es algo que hizo mella en la relación durante mucho tiempo.

Aún así, correr, la competencia, la disciplina y el trabajo con Santiago me hicieron descubrir talentos que no sabía que tenía. La concentración, la paciencia, las pausas… Muchas cosas que me han servido a título personal en mis relaciones personales, laborales y en el cumplimiento de mis objetivos. La pandemia se cruzó en un mal momento, pero fue gracias a los entrenamientos, que no me vine abajo. Cuando uno cuida el cuerpo, está cuidando la mente, cuando uno cuida la mente, está cuidando el alma. Y cuando uno cuida el alma, está construyendo las bases de un mejor futuro para uno y para quienes lo rodean. Es un círculo virtuoso.

Corrí Boston hace un mes. Bajé mi tiempo de Sevilla en seis minutos. Y no quedé contento con el resultado. Sabía que podía dar más. Y no pude dar ese más porque me desordené algo con los entrenamientos. Aprendizaje que me sirve para lo que se avecina en 2022, donde tengo puesta muchas esperanzas en mi rendimiento. Soy feliz. Tengo una hermosa familia. Pero también he encontrado un fuego y una paz interna en mí que me hacen ver con mucho entusiasmo mi vida de aquí en adelante. 

Diego Santos

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